Gaseosos

Beatriz, Beatriz, te debo unos versos
algunos por tu afición
y otros por tu pureza:
por fin, poesía de presencias.
Nuestros secretos crearon los días
y las noches que faltaban.
Hoy ha salido a pasear la niebla,
ha invadido la noche entera,
es esa luna llena de lana
para el día de los hombres-lobo;
también, no lo olvides
la hora ideal de los vampiros,
el momento de la eterna juventud.
Nuestros secretos andan sueltos
a lo largo de la noche,
un licántropo acecha en cada esquina,
busca nuestros cuellos, muerde nuestros silencios.
La niebla cuida los lobos
pendientes del dibujo de la luna,
ayuda a reformar los cuerpos:
los dos lobos aúllan uno a uno
explican sus ladridos al silencio
y es que la niebla baja
envuelve en algodón sus gritos.
No corren los licántropos, se sientan
apuntando sus voces a la luna.
¿Volverán esto días de niebla, luna y lobos?
interrogan los lobos al lucero,
y se juran eterna la presencia
en esa noche de niebla y luna llena.